Hipercapnia, Diablo Rosso, Ciudad de Panamá 



Abril-Mayo 2019



Entrevista para Diario La Estrella, Ciudad de Panamá.



Quisiera que detallaras un poco sobre las residencias en las que participaste en Panamá y en Bogotá, ¿cómo alimentaron este proyecto?

Efectivamente, la investigación inicia en Ciudad de Panamá, con la Residencia LARA, en 2017 y continúa con la residencia de Flora Ars+Natura en Bogotá en el 2018.

Desde los inicios de la residencia en Panamá, me interesó conocer el destino de los desechos generados por el Canal. Luego en la etapa de producción, generé un cuerpo de trabajo a partir de la manipulación de filtros de aceite provenientes de la maquinaria que se usó para la última ampliación del canal, y que finalizó en 2016.

Utilicé sus corazas para crear esculturas, al mismo tiempo aproveché las membranas de papel en su interior para crear dibujos en el espacio. De allí es que sale la serie denominada Expandibles y que se exhibieron en el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, en la muestra final de LARA, a finales de 2017.

Luego, en la siguiente etapa de exploración, durante la residencia de 6 meses que hice en Bogotá, en el barrio San Felipe, descubrí que me encontraba en un barrio rodeado de talleres de mecánica automotriz. Salía diariamente a colectar filtros de aire, luego los llevaba al estudio en Flora y allá realizaba un trabajo similar al del cirujano con el objetivo de sacar intactas las membranas de papel teñidas con la polución de los automotores. Bogotá era perfecto para profundizar la investigación: tenía material de sobra gratis porqué me regalaban los filtros en los talleres, y a la vez estaba en una de las metrópolis más contaminadas del mundo, con lo cual, los efectos del monóxido de carbono en el papel fueron de lo más diversos.

¿Cómo encontrar posibilidades a piezas que han perdido su uso inicial y son consideradas desechos?

Precisamente gracias al uso los materiales adquieren algunas de sus cualidades estéticas, por ejemplo, sus gradaciones tonales.

En todos mis proyectos me interesa activar procesos arqueológicos pragmáticos, donde los materiales recolectados o apropiados adquieren dimensiones estéticas preponderantes que no anulan sus orígenes. Al contrario, esa reutilización permite abrir algunas interrogantes sobre las implicaciones que tienen en nuestras vidas los ciclos acelerados de producción, consumo, y desecho tan propios de nuestra época. Pero es su valor estético lo que me interesa resaltar. Quizá su valor arqueológico venga en el futuro, cuando la combustión de hidrocarburos sea completamente sustituida por otras fuentes de energía.







¿Cómo fueron intervenidas? (Para quien no ha visto la muestra, cómo lo explicarías)

Todas las piezas (excepto Ábaco III que es un filtro de fibra sintética) están hechas con las membranas de papel que se alojan en el interior de los filtros. Éstas han sido intervenidas de múltiples maneras, algunas fueron manipuladas físicamente para adquirir sus formas, otras simplemente son ensambladas o bien, he dibujado sutilmente sobre ellas. Pero todas tienen en común la precaución de alterar mínimamente sus cualidades originales.

¿Con el nombre de la muestra quieres inferir que nuestra sociedad está digamos, “contaminada” por un exceso de CO2?

Quizá se puede leer de esa forma, porqué precisamente es un estado en el qué hay exceso de CO2, aunque para mi el nombre de Hipercapnia hace referencia a la manipulación de las escalas tonales del dibujo, ya que el carboncillo o el grafito que son técnicas tradicionales usadas por artistas históricamente, también tienen como componente principal el carbono.

¿Piensas que existe el riesgo de que si la sociedad sufre de hipercapnia, podría sufrir de muerte súbita?

Más bien hemos aceptado pasivamente una muerte lenta a cambio de conservar nuestros privilegios de consumo. Sabemos que esa contaminación tiene consecuencias terribles para el planeta, pero el sistema económico se alimenta de la sobreproducción y de nuestra hambre insaciable de consumo.

Cuando me preguntan sino me preocupan los riesgos de manipular materiales tan contaminados, yo les recuerdo que respiramos monóxido de carbono en las ciudades, que nuestros pulmones tienen esas partículas.

Así como estas piezas/objetos que han logrado un segundo uso, ¿tiene la sociedad una segunda oportunidad?

Oportunidades seguimos teniendo muchas y los pueblos originarios llevan siglos luchando por hacernos entender que el planeta no es una propiedad privada con la que podemos hacer lo que nos da la gana.








Adán Vallecillo, Honduras